Carmat, una startup francesa que afirma haber fabricado el “corazón artificial más avanzado del mundo”, anunció recientemente que planea comenzar a vender su dispositivo en Europa durante el segundo trimestre de este año.


Los corazones artificiales llevan existiendo desde hace más de 80 años. El Dr. Vladimir P. Demikhov implantó el primer corazón artificial total (TAH, por sus siglas en inglés) en un perro en 1937. Pero dado el papel tan importante que tiene el corazón en el funcionamiento del cuerpo, y la pura complejidad de desarrollar uno que funcione en humanos a largo plazo, no fue hasta la década de 1980 cuando se empezaron a implantar dispositivos TAH en personas de forma permanente. Incluso ahora, son dispositivos que están destinados principalmente a servir como “puente” temporal para aquellos que están en la lista de espera para un trasplante de corazón.

El TAH de Carmat es interesante porque está destinado a ser completamente implantable y utilizado en casos de insuficiencia cardíaca terminal. Cuenta con sensores y elementos hidráulicos integrados para imitar el flujo sanguíneo humano, así como tejidos animales tratados químicamente para reducir la formación de coágulos. A diferencia de otros TAH, también puede ajustar la tasa de flujo de sangre en tiempo real según la demanda (por ejemplo, cuando hacemos ejercicio y sea necesario un flujo más alto). Pesa 900 gramos, aproximadamente tres veces más que un corazón humano normal, y funciona con baterías de iones de litio. Según Smithsonian Magazine,se cree que el TAH de Carmat debería poder funcionar de forma continua durante un máximo de cinco años permitiendo que la persona que lo use tenga una vida “normal”.


Carmat no ha surgido de la noche a la mañana. Este dispositivo ha estado en desarrollo durante 27 años y no ha sido hasta finales de 2020 cuando Carmat ha conseguido la aprobación de la regulación europea (ya sabes, la marca “CE” que viene en muchos de tus productos), un requisito necesario antes de poder comercializar o utilizar tecnologías médicas experimentales. Como era de esperar, las acciones de Carmat subieron un 34% y la valoración de la empresa creció hasta alcanzar 496 millones de dólares después de que se hiciese público que Carmat había conseguido la aprobación CE, un proceso que le llevó 10 años. El año pasado, la compañía anunció que había logrado un hito importante: uno de sus pacientes ya había superado la barrera de los dos años de vida con su bioprótesis.


El desarrollo de las tecnologías de la salud suele ser un proceso especialmente lento, lo cuál es bueno, ya que un fallo en un elemento así puede tener consecuencias fatales. Las historias sobre dispositivos médicos conceptuales a menudo acaparan todos los titulares, pero luego muchos de ellos no llegan al mercado. Por eso, el hecho de que Carmat haya llegado hasta aquí, resulta bastante emocionante.